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lunes, 28 de febrero de 2011

DIABETES CAMBIO RADICAL

Cambio radical

La noticia puede ser devastadora. Descubrir que se padece diabetes puede desestabilizar emocionalmente a una persona. Conozca algunas características de este proceso.

Cambio radical


La diabetes es una enfermedad crónica, una vez recibido el diagnóstico la vida cambia, y para siempre. Ya sean pacientes con diabetes tipo 1 o tipo 2, desde el momento en que reciben la noticia de padecer esta enfermedad experimentan un choque emocional intenso y una nueva manera de enfrentar la vida en la que deberán decir no a muchos gustos que antes podían darse y que las personas que los rodean seguirán disfrutando.

Quizás el cambio más notorio será el relacionado con la alimentación. Para mantener la enfermedad a raya se necesita replantear varios aspectos de la vida que requieren disciplina y automotivación, que van desde la medicación hasta los cuidados y atención especial que debe brindar a todo su organismo.

Muchos endocrinólogos sugieren a sus pacientes que, especialmente, la primera etapa después del diagnóstico, recurran a un psiquiatra o un psicólogo para guiar el proceso. “Una persona con rasgos ansiosos, por ejemplo, puede desarrollar compulsiones o desórdenes en la alimentación”, señala la doctora María Luisa Meneses, médica psiquiatra con amplia experiencia en el manejo de este tipo de pacientes. Ella explica que los problemas en la alimentación se pueden presentar por diversos factores: malos hábitos o un aprendizaje inadecuado a la hora de elegir los alimentos, como también por factores emocionales como la depresión, la ansiedad o el estrés.

“Como la comida es la fuente de gratificación más primaria y al alcance de la mano que tiene el individuo, cuando sufre alguna frustración, una de las formas más comunes de buscar recompensa es la alimentación”, señala la doctora Meneses.

Tipos de trastornos de alimentación
Existen diferentes maneras que las personas adoptan en su proceso de alimentación inadecuada. Uno de ellos es el picador, es el típico paciente que al llegar a la consulta le dice al doctor: “pero si yo no como nada, si viera lo que como en el almuerzo, en la cena… prácticamente nada”. “Y es verdad. Lo que sucede es que entre comidas ha habido gran cantidad de microcomiditas, llenas de calorías. Un caramelo por ejemplo tiene alrededor de 75 calorías, si se va sumando todo lo que el paciente ha ingerido en el día se puede entender porqué no logra controlar su peso. Por eso en el programa tratamos de realizar un autorregistro”, indica la doctora Meneses.

Explica que este paso consiste en anotar todo lo que se ingiere, “aunque sea agua, detallando el momento en que se come, con quién estaba, dónde estaba para entender los hábitos y estilos de cada paciente”. Además del picador, existen otros tipos de desórdenes como el que afecta a aquellos que ingieren grandes cantidades de comida en la cama o viendo televisión. Unos toman café con bocaditos varias veces al día. Otros no comen entre comidas pero sus desayunos, almuerzos y cenas son realmente enormes, verdaderos banquetes llenos de calorías. Por otra parte, hay quienes se engordan porque ingieren desmedidamente un solo tipo de alimentos: fritos, dulces, chocolates.

Otros son los que se conocen como los asaltadores nocturnos, que durante el día no comen mucho, pero a partir de las seis de la tarde o siete de la noche empiezan a sentir un apetito voraz y comen sin parar, literalmente “hasta que ya no pueden más”. Otro grupo lo conforman quienes comen normalmente durante algunos días, pero de un momento a otro empiezan una fase en la que no pueden parar de comer.

Al detectar cuál es el patrón de conducta ante la comida que sigue cada paciente, se puede empezar el tratamiento de manera eficaz. Un cambio en este aspecto requiere lo que la especialista llama psicoeducación, en ella los pacientes aprenden habilidades sociales, a decir que no –a dulces, colas y a lo que nos les hace bien–, cambian su esquema de salud con armonía interior, desarrollan técnicas de comunicación eficaces y un pensamiento crítico, mejoran su autoestima. Adquieren técnicas de resolución de conflictos frente a las elecciones y a manejar la ansiedad y el estrés.

La especialista señala que el paciente diabético con la guía adecuada puede empezar a manejar las frustraciones que se le presentarán a diario: cuando vaya a celebrar un cumpleaños y deba dejar a un lado el pedazo de pastel, cuando vaya a una fiesta y no pueda beber como los demás. Estas frustraciones si no se aprenden a manejar pueden llevar a la depresión y muchas veces las depresiones no se manifiestan en tristeza sino en irritabilidad que puede complicar las relaciones interpersonales.

Muchos pacientes diabéticos aprenden a manejar muy bien su enfermedad. Aprenden a entender que el éxito del tratamiento no es solamente obtener óptimos resultados en los exámenes para que los vea el doctor sino disfrutar las mejoras en su calidad de vida: sentirse mejor, más ágil, más sano en términos generales. “La clave está en que el paciente descubra el beneficio que hay tras sus renuncias”.

Una adicción
Según algunas escuelas el problema de los trastornos alimentarios se debe abordar como una situación de dependencia, de adicción. El consumo de carbohidratos simples, de azúcares –sustancias que pasan muy poco tiempo por la sangre– ofrecen una sensación de alegría, de bienestar indiscutible, pero que dura poco tiempo, por eso a las pocas horas el organismo va a pedir “otra dosis”. Es por eso que resultan tan difíciles los primeros días de reestructuración de la dieta dirigida a alimentos mejor balanceados nutricionalmente y que aportarán al organismo energía de mejor calidad, a más largo plazo y no los sobresaltos instantáneos que producen sobre todo los carbohidratos y azúcares refinados. Muchos especialistas llaman a esta fase “Síndrome de abstinencia de carbohidratos”, por su similitud con los efectos que puede tener en un adicto los primeros días en que deja de consumir.

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